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Descrição

ANGEL HECHENLEITNER
EL CABALLO PATAGONICO Y SUS JINETES
EDICIONES COLIHUE

Páginas: 192
Formato:
Peso: 0.166 kgs.
ISBN: 9789876320054

Un animal que sintetiza los amplios paisajes de nuestra Patagonia, sobre cuyo lomo la vieja diferencia entre civilización y barbarie supo perderse. En este libro, Ángel Hechenleitner vuelve sobre el caballo, su montura y la historia detrás de su trote, limpio y apurado, para encontrar allí la poesía viva de mapuches, tewelches y colonos. Ángel Hechenleitner, el autor de este libro, consagró su vida al rescate y difusión tanto de la música como de la literatura oral de la Patagonia, con una constancia que lo llevó a trascender la investigación histórica, hasta desembocar en una poética centrada en el caballo, ese noble animal que le permitió recorrer los caminos más apartados. ¿Cómo asir la guitarra sin soñar caballos?, se pregunta, comprendiendo que él animó a toda épica del pasado, pues las grandes epopeyas no se hicieron de a pie. Se detiene así en los detalles de estas andanzas, tanto suyas como ajenas, y en las más ricas anécdotas de la Patagonia, en las que indígenas, gauchos y milicos fueron tejiendo la historia con grandes sacrificios, aunque muy poco esta se ocupa del pobre caballo, cuyas numerosas víctimas no son tomadas en cuenta al confeccionar la lista de los muertos y heridos. Pero Hechenleitner es un gaucho solitario, que recorre los campos del sur registrando todo lo que se despliega ante sus sentidos. Nutrió así un pensamiento que profundiza en los aspectos sensibles, sin descuidar los técnicos, aprendidos en toda una vida de hombre de a caballo y también de soguero, pues se trata asimismo de un hábil artesano. En este libro, la dimensión trágica y la ternura recaen en el caballo criollo, tan maltratado por el mismo ejército que pudo conquistar el desierto gracias a él, pero cuando se agotaban sus fuerzas o no podían caminar por una lesión eran carneados sin responso alguno. Con todo, el gaucho hizo de él una marca indeleble de la identidad, y los mapuches no tardaron en incorporarlo a la esfera de lo sagrado, en el Guillatun, aunque sacrificaban a las yeguas para alimentarse.